El Sol remonta recuerdos del antepasado de la Humanidad,
cuando el hombre fue hombre por primera vez, en el acto en el cual recibió “la
chispa mental”: el hálito de fuego de la mente. Ocurrió a fines de la Era
Lemuriana, hace 18 millones de años. Los Hijos
del Fuego (o ‘Señores de la Mente’), Seres dotados del fuego de la Mente
Cósmica, descendieron a las ya construidas formas materiales humanas (dotadas
de cuerpo físico y materia astral), en una época en la cual el hombre tenía de
‘hombre’ tan solo su forma física pero adolecía de mente. Los ‘Ángeles de la
Mente’ descendieron a dar ese principio interno intermedio llamado “mente”, que
en el ser humano constituyó “el alma humana”(1).
El
humano de la 3° Raza era muy primitivo; tenía una forma física similar al
pitecántropo que vuestra ciencia conoce (aunque de mayores dimensiones), pero
los lemures eran todavía prácticamente animales, no hombres. Al recibir el
fuego de la mente, “ese principio intermedio esencial” se unió la forma
material (física y astral) con la contraparte superior, la Espiritual (Atma-Buddhi), y por primera vez el ser
humano demostró trinidad (Atma-buddhi-manas),
completándose así en su constitución los
7 principios que conforman al hombre completo, aunque todavía habría mucho
que ‘construir’ con dichos principios.
En el hombre Lemur, el hombre primitivo, aparece la mente
pensante, operante a través de un cerebro, y aunque fue muy incipiente el
despertar de las operaciones del pensamiento, determinó “un antes y un después”
de aquel importante acontecimiento.
Comenzó así un largo sendero kármico de aprendizaje de
los Egos reencarnantes, pasando de una a otra vida humana mortal, aprendiendo
lecciones, la mayoría a través del error y el dolor, creciendo cada vez más en
el desarrollo de la mente.
En la siguiente Raza, la Atlante, que apareció hace
alrededor de 8 millones de años, el ser humano fue desarrollando, durante
millones de años, la mente que había sido insuflada en la constitución
lemuriana por los Ángeles del Fuego Mental. El hombre atlante pudo dominar la mente concreta, gracias a un
mejoramiento del equipo biológico (especialmente del sistema cerebro-espinal),
y la mayor posibilidad de desarrollo era la mente analítica. Llegar a poseer
una mente analítica era, para el hombre atlante, el estado correspondiente, en
aquella época, a la ‘Iluminación del alma’.
Cuando aparece la Raza Aria, hace menos de 1 millón de
años(2),
el ser humano tiene delante de sí otro objetivo, el desarrollo de la mente abstracta, y para los más
adelantados el despertar de la ‘mente
intuitiva’ (Buddhi).
Tales condiciones de Despertar se fueron produciendo en
grupos de almas con el avance y preparación adecuados (especialmente en los
últimos 40.000 años) y dieron por resultado el surgimiento, como nunca antes,
de la ciencia, la filosofía, y el arte. La mente concreta fue superada por el
desarrollo de la mente abstracta, y ciertos grupos de almas comenzaron a
desarrollar el aspecto puro de la ‘mente divina’ (Buddhi) emparentada con la conciencia natural de la Unidad. Todo
esto fue seguido por la elevada ciencia espiritual de los Ángeles del Fuego Cósmico, Quienes en sus laboratorios espaciales
jamás han cesado de investigar posibilidades de ayuda a la evolución, para
llevar ‘el Impulso evolutivo’ irrefrenable hacia los padrones arquetípicos
solares.
Hoy las almas se encuentran en procesos iniciáticos que
podrán ser comprendidos de acuerdo al entendimiento
de la historia del alma humana. Es por este motivo que reseñas cortas, pero
claras y precisas, sobre historia de la humanidad, son ofrecidas a los
estudiantes. Saber de dónde proviene el hombre, conocer su pasado, su creación
y origen, y conocer su propósito en la evolución, puede permitir al estudiante
conocer el justo lugar presente. Esto es necesario para que la mente se despeje
de ilusiones y espejismos sobre lo que se puede esperar hoy, ya que todo en la
evolución tiene sus tiempos. “Querer que las margaritas florezcan en invierno”,
por mucho que se espere…, no ocurrirá, porque hay un tiempo adecuado,
cíclico-estacional, para el florecimiento. Conocer esto, a nivel de las razas
humanas, es necesario para los estudiantes, e implica una decisión: investigar
y estudiar en profundidad.
Nuestro aporte en esta oportunidad ha sido señalar la
necesidad de revisión de las creencias y del estudio abierto, para llegar a
entender, con luces claras en la conciencia, la posición actual del Hombre en
la evolución. De esta manera, muchas ilusiones y fantasías que existen en la
mente humana serán consumidas por el fuego del Conocimiento.
Cuando la Energía de la Vida se traslada del plexo solar
al corazón y a la cabeza, y el ser humano comienza a comprender, signo es de un
camino que surca la 3° Iniciación (o 1° gran iniciación, desde el punto de
vista de la Jerarquía).
El Plan es el despertar de las almas.
Que cada alma siga su camino según su más íntima
necesidad.
Luz en las mentes y Paz en los corazones.
PACEM IN CORDIUM
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1- Alma humana: El alma humana es como ‘una burbuja’ de
energía mental sutil, individualizada.
El alma individual aparece recién al final de la 3° Raza, al recibir el
hombre-animal Lemur, la mente.
2- Raza Aria: Se cuenta que el Manú Vaivasvata
eligió a un grupo de Egos (almas humanas) hace 1 millón de años para formar
esta Raza, pero fue hace 100.000 años cuando una tribu de la 5° subraza
atlante, los semitas, fueron aislados en las montañas para que aquellos Egos
elegidos encarnen, dando inicio así a la 5° Raza, Aria.
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